Valles de Quíbor, valles de riqueza y esperanza
Los Valles de Quíbor esconden bajo su apariencia desértica secretos milenarios que sucesivas generaciones de manos trabajadoras muestran con orgullo a los investigadores del ayer y del presente.
Ocultas bajo el sol están las huellas de Cayones, Gayones, Axaguas, Caquetíos, Camagos y Buires, grupos indígenas que alguna vez poblaron el tiempo de las cosechas, regadas por las aguas abundantes que bajaban por las montañas.
También oculta dentro del paisaje monótono está la arcilla con la cual el arte y la necesidad construyeron todo un mundo de objetos utilitarios y artísticos.
Bajo una insolación de 235 horas que mantiene una temperatura promedio de 25 grados centígrados, una humedad de 75% y una evaporación de 259 mm., allí mismo, conviviendo con el Rabipelado, el Cachicamo, el Patico Zambullidor, la Garza Blanca, el Gavilán Garrapatero, el Turpial, el Cardenal, el Mato, la Bejuca y otros furtivos animales silvestres, haciéndole compañía al Naranjillo, la Berbería, el Borrajon, el Caujaro, la Zábila, el Ricino, el LLantén, y otras plantas medicinales, protagonizando el deseo de permanecer como pueblo, está la voluntad, el empeño, el trabajo y la creatividad de la gente que ayer y hoy han hecho de Quíbor un lugar de Venezuela que merece una atención particular.
En aproximadamente veinte mil hectáreas de Valle irregular se concentran esfuerzos de diferente naturaleza, que producen distintas riquezas, encontradas en un idéntico amor a la tierra. Allí está la artesanía, arte milenario que en Quíbor se hace........





















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