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Nos cambiaron de prioridad

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29.03.2025

La relación de Estados Unidos con México ha cambiado radicalmente en los dos meses que lleva Donald Trump al frente de la Casa Blanca, para bien y para preocuparse.

El castigo que le impuso el entonces presidente Joe Biden a Andrés Manuel López Obrador y reducir el rango de interlocución al nivel del embajador Ken Salazar, después de que la tuvo durante casi tres años con su consejera de seguridad interna, Elizabeth Sherwood-Randall, ya no existe. Pero tampoco la ventanilla de la Casa Blanca, que nadie en el gobierno de Claudia Sheinbaum ha podido abrir.

Bajo Trump hay una reorganización profunda en la relación estratégica con México, que está dentro del gran muro que está creando a partir de las nuevas fronteras que pinta de manera provocadora en el Ártico canadiense y en Groenlandia, al norte y al este, y en el Canal de Panamá, al sur. México está dentro de ese perímetro de seguridad y aislacionismo que busca Trump, como un mal necesario, al que desprecia como nación y por sus líderes –a excepción del expresidente Andrés Manuel López Obrador, con quien compartía el manual y el lenguaje del populista–, pero con el que tiene que tratar irremediablemente.

El cambio ha sido radical. Desapareció Jared Kushner, el yerno de Trump que fue el enlace directo en su primer periodo con los excancilleres Luis Videgaray y Marcelo Ebrard, y apareció el secretario de Estado, Marco Rubio, que lleva la relación institucional y administrativa con el canciller Juan Ramón de la Fuente.

La parte toral de la relación, que es la prioridad del........

© El Financiero