El desafío de aprender a medir lo invisible: las competencias blandas en la educación del siglo XXI
Por: Felipe Baena Botero
Rector de la Fundación Universitaria del Área Andina
En un mundo que evoluciona a un ritmo vertiginoso, la educación enfrenta la imperiosa necesidad de trascender la mera transmisión de conocimientos. De hecho, el informe de la UNESCO Replantear la educación: ¿Hacia un bien común mundial? nos recuerda la urgencia de expandir la medición del aprendizaje, integrando de manera robusta las habilidades socioemocionales y creativas, es decir, las tan mencionadas “competencias blandas”.
Lejos de ser secundarias, estas competencias se erigen como pilares fundamentales para fortalecer la resiliencia, la capacidad de innovación y la colaboración, preparando a los estudiantes para afrontar los desafíos multifacéticos de un entorno cada vez más retador. Ante este panorama, surgen varias preguntas: ¿cómo capturar la esencia de lo intangible? ¿Cómo medir con mayor precisión la empatía, la chispa de la creatividad o la eficacia en la resolución de conflictos?
Es innegable que la medición de las competencias blandas representa un desafío complejo, un verdadero laberinto que exige soluciones innovadoras y enfoques holísticos para superar múltiples barreras.
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