Territorio sin alma, tradiciones sin eco
De nuevo, el amigo Luis Miguel Cárdenas V. recae en un delicado estado de salud, esperando su pronta recuperación.
En esta oportunidad es pertinente mencionar la riqueza cultural de Colombia y la complejidad de sus lenguas nativas que trascienden retóricas vacías y políticas de escritorio. Colombia no es sólo un mosaico territorial asimétrico con conflictos y excepciones legales, es un crisol vivo de saberes ancestrales que se expresan en múltiples lenguas indígenas, que emergen de tradiciones orales arraigadas en cosmovisiones profundamente distintas a la occidental.
En el corazón del municipio de Pueblo Rico, Risaralda, específicamente en el sector Kemberdé, tuve el privilegio de liderar oficialmente los primeros avances en la transición de la oralidad a la escritura de la lengua embera en su dialecto katío, una experiencia lingüística enriquecedora, ya que ellos, han realizado esfuerzos significativos en su educación propia, pero no cuentan, como la gran mayoría, con los recursos para continuar con el proceso. Lo que para un mandatario es esencialmente trascendental y relevante, para otro puede no serlo, de ahí que el cubrimiento de las necesidades territoriales no pueden depender de voluntades de turno.
La traducción de textos en lenguas ancestrales no es una tarea trivial ni un simple intercambio de palabras. Estos lenguajes, fundamentalmente orales, poseen una estructura aglutinante, es decir, varias palabras en español, para un hablante indígena, pueden condensarse en una sola. Además, implementan sistemas verbales que expresan formas de tiempo, aspecto o modo inexistentes en otras lenguas predominantes. Esto se traduce en estructuras sintácticas únicas, donde literalidad y equivalencia frecuentemente se contradicen, haciendo que muchos conceptos sean complejos en la interpretación escritural.
Traducir las lenguas ancestrales, entonces, demanda algo mucho más complejo que encontrar simples equivalencias en otros idiomas, como se acostumbra, porque se trata es de comprender e interpretar una cultura, además de la implicación del conocimiento profundo de la morfosintaxis, la semántica, con sus significados contextuales, y la pragmática que varía según el entorno de la comunidad, en concordancia con su exclusiva........
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