“LA JUSTICIA NO SE ARRODILLA ANTE EL PODER “
Tratando de superar quebrantos de salud, retomo la pluma con gratitud hacia mi amigo “El Emperador”. Hoy, con cierta satisfacción, y no poca ironía, celebro el resurgir de una justicia libre… aunque tiemble el reino del poder y la Justicia, ese cuento de hadas que pretenden contarlo bien para no perder la esperanza.
Ojo, los sentimientos, apegos y vociferaciones inducidas de arraigo, siempre serán el verdadero juez, dejando los principios y la ética de lado, resaltando con ello a los procederes frente a la ética, como rama de la filosofía que se debería ocupar del estudio de la moral, las conductas humanas y los principios que la orientan, surgiendo el interrogante ¿para qué molestarse en estudiar la moral cuando todo es inmoral y relativo?
Lo malo de la definición precedente es el concepto fisolófico que debería, en virtud al propósito no a la razón, definir lo que es ético o moral. Lo que para unos es moral para otros resulta no serlo, y en ese laberinto de acepciones, se procura que la definición no se vuelva un trabalenguas que puede inducir a algo… o a nada, todo depende de la conveniencia, haciendo ver que el mundo es de individuos sin ninguna posibilidad de ser comunes. La moral es un buffet a la carta, donde cada quien elige, asi sea con imbecilidad incluida, lo que le conviene, demostrando que el mundo es un circo de egoístas incapaces de ponerse de acuerdo.
El deber ser es, ser o no ser concordante con la manera particular de matar pulgas: Que quede claro, mi señor o señora, la delincuencia no tiene género ¡pero sí muchas excusas aberrantes, denigrantes y peligrosas!.
En este teatro de absurdos, se alzó como Atenea una heroína que puso de pie a la justicia, y eso duele a los cobardes con rabo de paja que ladran amenazas criminales para callar a quien celebra la verdad, mientras les llega la Justicia por su despótico e irracional proceder. A esos odiosos les conviene entenderlo de una vez: cuando la verdad brilla, su reino de impunidad cruje.
Para mayor entendimiento se ejemplifica el lucrativo negocio de la Justicia: dos mercaderes hacen su trato para una defensa y quien paga es un tercero, el cliente, no el reo. Un abogado penalista, el mejor, cobra 300 millones de pesos, la mitad por adelantado y el resto cuando condenen al acusado. ¿Por qué? Al parecer, porque el juez dizque se lleva el 40%. Así, si no se cumple el pacto, no........
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