Elogio del olvido (II)
Luego de la victoria de los demócratas sobre los 30 tiranos en la guerra civil de 403 A. C., tuvo lugar la primera amnistía de la historia occidental. Los ciudadanos atenienses pactaron no recordar violencias pasadas, no recontar sus muertos y olvidar juntos “los males del pasado”. La pregunta subyace: ¿En un acuerdo de paz lo que está en juego es la memoria, el olvido o el perdón? Surge otro interrogante: ¿Será que logramos perdonar? ¿Qué hacemos con ese sentimiento de culpa que todos llevamos dentro? Nuevamente evocamos los versos lapidarios del juglar uruguayo Mario Benedetti: “Desde todos los sueños cardinales / llega la culpa como un aleluya. / se nos cuelga del alma y la aceptamos como un interrogante de la noche. / Y ella se queda pálida y extenuada / (…) sin raíces, / ansiosa de que al fin la consolemos / y compartamos su última vergüenza”. ¿Y los deudos?
¿Los familiares de las víctimas desearán realmente encarar la verdad? ¿Anhelarán la justicia, reparación y la no repetición? ¿Querrán que haya un castigo ejemplar para los culpables? El escritor español Ramón Gómez de la Serna reseñaba en sus ”Greguerías” de 1917, el relato de un hombre que “tenía tan mala memoria que se olvidó de que tenía mala memoria y entonces se acordó de todo”. Gabriel García Márquez también nos habló del recuerdo: «Recordar es fácil si tienes buena memoria, olvidar es difícil si tienes buen corazón… La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido». “El olvido es una forma de libertad”, asentía el poeta del exilio libanés Khalil Gibrán. “Se inicia con el olvido para terminar en la indiferencia”, decía el escritor portugués José Saramago. “El olvido es fuego que devasta la superficie de nuestra memoria”, anotaba el poeta chileno Pavel Oyarzún…
Movimientos políticos se disputaban el amparo de una........
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