«Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá Mt 12:25».

En medio de la polarización entre izquierda y derecha, se paga el precio de una democracia que ha cambiado el debate por la confrontación, ya no se habla, se grita con fuerza, en una lógica de extremos que no deja espacio para los matices, todo es etiquetas: derecha o izquierda, petrista o uribista, amigo o enemigo, y en ese fuego cruzado de argumentos, insultos y desconfianzas, está atrapado el ciudadano del común.

El que no aparece en las encuestas, el que madruga a trabajar, que no entiende los tecnicismos del Congreso, pero sabe cuándo no le alcanza para el mercado, el que anhela seguridad, empleo y educación para sus hijos y que ve a la política como un espectáculo de confrontación estéril, en el Barómetro de Confianza de Edelman, Colombia, es uno de los países más polarizados del mundo, y aunque aún se comparten valores esenciales como justicia, respeto y lucha contra la corrupción, en la superficie domina el ruido.

Las conversaciones públicas están........

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