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Desestacionalizados: cuando los mayores salvaron el turismo

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17.02.2025

Archivo - Imserso / EP - Archivo

Entre los cumpleaños redondos de este año en la vida social española hay uno que merece ser recordado. Hace 40 años, en 1985, nació lo que hoy denominamos popularmente turismo social. Fue aquel un proyecto que nadie preveía el impacto y recorrido que podía tener. Ahora que, desde las ferias turísticas los gobiernos, tanto nacional como regionales hablan de desestacionalizar los flujos viajeros, esto es, sacarlos de las temporadas altas del verano, Navidad y Semana Santa, para contribuir a realizar un reparto anual más equilibrado, tal vez muchos no sepan que eso tiene un precedente que en su día más que novedoso fue intrépido.

La gente jubilada de los ochenta ya no respondía solo a las actividades del centro social tradicional de lotería, juegos de mesa o bailoteo periódico. Querían algo más. Eran, en buena medida, mayores con inquietudes, con «buena salud» y con ganas de disfrutar. Habían llegado a una venerable edad, tras haber nacido y crecido en tiempos difíciles. Parte pasaron en su infancia por una guerra fratricida cruel y luego una posguerra de privaciones; habían trabajado muy duro, en condiciones difíciles y, retornada la ilusión de la democracia, necesitaban algo distinto. Entonces, en 1985, un grupo de empresarios y regidores de Valencia y Baleares, representantes sindicales y el ministro de Trabajo, Joaquín Almunia, idearon el plan que más tarde Matilde Fernández, al frente de Servicios Sociales, consolidó en un programa que permitió dos objetivos complementarios: salvar las temporadas bajas del sector hotelero y dar la oportunidad a los jubilados de poder disfrutar de las vacaciones soñadas.

La mayoría no accederían a algo así sin ayuda o incluso nunca habrían logrado realizarlo. La pensión de jubilación daba para tan pocas........

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