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Una República de Ciudadanos

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27.10.2025

Jaime Aparicio Otero |abogado, diplomático y periodista

Es poco común que una nación, al borde del colapso institucional, encuentre la lucidez colectiva para retroceder antes del abismo. Bolivia, sorprendentemente, lo ha hecho. Tras casi dos décadas de populismo autoritario disfrazado de redención social, el país despierta de un experimento que prometió igualdad, pero dejó una economía exhausta, instituciones sometidas y una sociedad fragmentada.
En las elecciones del 19 de octubre, los bolivianos no solo eligieron un nuevo rumbo político: llevaron a cabo un exorcismo cívico, una afirmación colectiva de que la esperanza, cuando despierta, puede ser más poderosa que el miedo. El viejo régimen, mescolanza de autoritarismo, corrupción y una grandilocuente ineptitud revestida de discurso redentor, ha sido finalmente desalojado del poder por la voluntad pacífica y abrumadora de una sociedad que, al fin, decidió recuperar su destino.
Eso, en sí mismo, roza el milagro. Bolivia no se caracteriza por los despertares graduales ni por las transiciones ordenadas. Su política, muchas veces, se asemeja al clima andino: súbita, extrema e imprevisible. Pero esta vez, el veredicto popular fue inequívoco: los autoproclamados salvadores se habían convertido en el mayor lastre de la República. Predicaron justicia mientras saqueaban el erario, confundieron soberanía con ideología y convirtieron el Estado en un botín partidario.
En ese panorama político, Rodrigo Paz emerge como líder de una oposición democrática, enfrentando la monumental tarea de restaurar la........

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