Entre mareos y desconcierto
El motivo más evidente que convenció a casi tres millones, cuatrocientos mil electores a votar por el MAS en 2020 fue la suposición, o las desesperadas ganas de creer en que el candidato Arce Catacora era, como el lo proclamaba en las esquinas, un verdadero prodigio de las finanzas públicas.
El paulatino desgaste de los tiempos de bonanza, más los desastres sanitarios, económicos y políticos de la pandemia y el gobierno interino de Añez hicieron olvidar la avalancha de atropellos, corruptelas y abusos que cargaba el régimen y abrió el campo para su retorno.
Esas ganas de aferrarse a la suposición de que los gobernantes sabían lo que estaban haciendo y que más pronto que tarde, algunas de sus medidas aliviarían la elevación incesante de precios, la falta de divisas, las colas interminables por diésel y las cíclicas filas por gasolina le han permitido sobrevivir hasta aproximarse al momento de entregar una administración inflada, pésima y caótica, reservas vaciadas y empeñadas, coronadas por sentimientos colectivos de incertidumbre y rabia.
Si Arce Catacora cumple su palabra de no huir por al menos tres meses, lo más probable es que lo........
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