Recuerdos de un soldado del “Colorao”
Para ninguno de los que llegamos con el “Colorao” Mercado a Santa Cruz el año 1813, era desconocido ni el clima ni el paisaje. Estábamos cambiando del frío y la aridez de la montaña por la llanura ardiente y exuberante, pero el paisaje era el mismo que vimos en Paraguay, en Corrientes, Misiones y en las poblaciones que estaban a la vera del río Paraná, donde tuvimos que incursionar en busca del enemigo.
Y los aguaceros en la época de lluvias eran semejantes también a los de mi tierra, porque caían trombas de agua durante horas y lo inundaban todo y ponían furiosos a unos inocentes arroyitos que de golpe se convertían en peligrosos torrentes. Me hacía recuerdo a los turbiones ruidosos del Piraí, arrastrando enormes troncos, que vi en mi niñez, cuando, pasada la furia del agua, al atravesarlo, los caballos se atascaban y se hundían en el barro haciéndonos caer y mojar.
Arboledas tupidas, bejucos colgantes, barbechos espinosos donde vivía la venenosa “yoperojobobo”, así como campos verdes y húmedos, a veces con ganado, era lo que........
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