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Más allá del shock: Crónica de un país que decide reinventarse

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monday

La discusión pública boliviana de estas semanas se ha organizado alrededor de una dicotomía familiar y, sin embargo, profundamente insuficiente: shock o gradualismo. Ambos términos suelen interpretarse como simples diferencias de velocidad, como si el dilema nacional fuera decidir entre pisar el acelerador o levantar levemente el pie del freno. Esa es una mirada incompleta, porque la estabilización y la recuperación del crecimiento no es solamente un asunto de tiempo: es, sobre todo, un asunto de rumbo . El país no necesita únicamente que las políticas públicas se ejecuten más rápido; necesita que sean, sobre todo, distintas. Que la estabilidad y el crecimiento tengan horizonte y no apenas apuro.

Es entendible la prudencia de la administración Paz. Ningún gobierno, y menos uno recién instalado, puede transformar en días un país que ha sido gobernado por ideas equivocadas durante dos décadas. Pero sin duda no hay que perder de perspectiva que todo nuevo gobierno tiene una ventana de oportunidad para realizar transformaciones. Lo que en la jerga política se conoce como la luna de miel, una predisposición social y política de aceptar el cambio y apoyarlo. Entretanto la frontera entre la prudencia y el cambio es muy tenue, lo peligroso es quedarse en la frontera.

Está claro que reducir el shock a hacer las cosas “rápido” es perder de vista lo esencial. El verdadero shock es conceptual y en la narrativa: abandonar el agotado patrón de desarrollo extractivista y adoptar una misión nacional articulada alrededor de la conquista del planeta del capital humano y del crecimiento verde, de las exportaciones de servicios, de la innovación intensiva en conocimiento, del emprendimiento global y de un Estado profesional, austero y eficaz. Ahí está el giro. No se trata de acelerar lo viejo, sino de inaugurar lo nuevo, aun cuando su implementación pueda ser gradual.

El imaginario político colectivo, sin embargo, ha quedado secuestrado por el nivel de dos precios: el tipo de cambio y el valor de los combustibles. Son variables importantes y requieren reformas profundas. Pero han sido postergadas, por el gobierno por razones de cálculo político y de gobernabilidad. Ese compás de espera de tres o cuatro meses no tendría por qué ser traumático si el país avanza rápidamente por otros carriles. La estabilización integral y la recuperación del crecimiento económico no tiene por qué limitarse a esos dos temas.

La ciudadanía boliviana, por su parte, ya hizo un milagro propio: expulsó con el voto, en paz y con civismo, a uno de los peores........

© El Deber