A boca cerrada, no entra mosca…
A la hora de hablar de economía los números cuentan, ciertamente, pero las palabras también, y mucho. Por tanto, cuando se emite un criterio público sobre un tema en este ámbito, siempre es recomendable tener cuidado, por el efecto que podría acarrear para la gente un duro pronóstico, así sea verdadero. Cuando los mensajes no son equilibrados y van impregnados de alarmismo por intereses políticos o un afán de figuración, se afecta la confianza y se aceleran los problemas que, en teoría, se busca solucionar. A continuación algunos ejemplos, para entender esto, a ver si Ud. coincide.
Una primera analogía útil, tiene que ver con la salud. Imagine un paciente que está en tratamiento, pero si quienes están cerca del mismo y se dedican a repetir: “Está mal; podría morir cualquier rato; tal vez el medicamento no funcione; hay que prepararse para lo peor”, ¿qué pasaría si el paciente se entera? La ansiedad subiría su presión, bajarían sus defensas, su recuperación tardaría, incluso, podría morir. Igual ocurre con las políticas de ajuste en una economía, pueden fracasar, si no cesan los anuncios catastróficos que socavan la confianza.
Veamos, ahora, otro ejemplo, cotidiano: Una familia enfrenta una crisis financiera que puede ser manejable, pero........
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