Justicia en cámara lenta, arbitraje en tiempo real
Eduardo Herrera
Es temprano por la mañana, pero el calor ya evapora la humedad del asfalto, atravesando el lino de las camisas de civiles y abogados que, en filas resignadas, buscan ingresar al templo de Temis. Una vez dentro, la saturación del sistema se hace evidente: ventanillas abarrotadas de almas intentando presentar folios, fojas y recursos en busca de una justicia colapsada por sus propias buenas intenciones.
Media hora después, quienes cruzaron las fauces del “Palacio” de justicia deambulan en sus entrañas, entre el rugido de aires acondicionados que pierden la batalla contra el calor humano de cientos de atormentados. Aguardan estoicamente uno de los tres elevadores habilitados o escalan, cual penitentes, en busca del juzgado donde sus dramas duermen el sueño de los........
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