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Gilka Wara Libermann y la tormenta verde

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08.04.2025

Luisa Fernanda Siles

Conocí a Gilka en la propiedad de los queridísimos Jacobo y Bertita Libermann, sus padres, situada en Yanacachi, en los Yungas paceños. Ambas teníamos 11 años. Ella, una adolescente de cabellos ondulantes, contextura menuda y ojos achinados, parecía tener la cabeza en alguno de los cientos de cuadros que imaginaba y que algún día pintaría.

Recuerdo que la cabaña, construida para reunir a amigos y familiares, estaba rodeada por un bosque de montaña nuboso, lluvioso y tropical . La flora y la fauna sud-yungueñas hacían su parte, desplegando generosas su floresta de quehuiñas, palmeras, caobas, cedros, helechos y orquídeas. Por los senderos se entreveían los bananos, las yucas, las amancayas, los cafetales y los cacaoteros. En ese escenario magnífico, lobitos de río, comadrejas coloradas, monos, zorros de monte, loros, águilas, lechuzas, picaflores vientre gris, copete de piedra y rayo de sol boliviano, entre otros, componían el rumor bendito de la naturaleza.

Imagino que semejante entorno debió causar un gran impacto en la condición de niña citadina que era, por entonces, Gilka Wara. Sin embargo, después supe que los avatares políticos del movimentista revolucionario aguerrido,........

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