Del evento a la experiencia real
María Alejandra Castillo
Durante años, los eventos corporativos fueron una coreografía previsible: salón alquilado, sonido impecable, bocaditos alineados, agenda al minuto. Se medía el éxito en asistentes y puntualidad, en que “todo haya salido bien”. Pero hoy, eso ya no basta. En un mundo saturado de estímulos, lo que realmente permanece no es lo que se organiza, sino lo que se siente.
Hemos entrado en la era de las experiencias. Una época en la que los públicos —clientes, equipos, aliados— ya no solo esperan ser informados, sino conmovidos, sorprendidos, involucrados. La economía de la experiencia nos ha enseñado que lo vivido tiene más valor que lo recibido, y los eventos no son la excepción. Ya no se trata de reunir personas, sino de crear momentos significativos que dejen huella emocional y sentido compartido.
Este nuevo paradigma........
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