La falta de carburantes no es un fenómeno aislado
La escasez recurrente de diésel y gasolina en Bolivia no es un hecho aislado ni una simple coyuntura logística. Es, en realidad, la consecuencia visible de un problema mucho más profundo y estructural vinculado con a un modelo de gestión económica que ha provocado el agotamiento de ingresos externos por el abultado gasto corriente y una política de subvención que, a la postre, golpea más al ciudadano más vulnerable.
Veamos: Bolivia importa más del 60% del diésel que consume, una cifra que revela la alta dependencia del país respecto a los mercados externos. Sin divisas suficientes para pagar esas importaciones, el Gobierno recurrió a muchos proveedores, entre ellos los rusos que tienen que mandar el carburante desde el otro lado del mundo bajo condiciones logísticas impredecibles y, en un contexto global, adverso.
El Gobierno prefiere culpar al contrabando interno y externo, como si se tratara de un fenómeno espontáneo. La realidad es que el contrabando es la respuesta natural a un mercado desabastecido. Si el Estado no puede garantizar el suministro regular de........
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