Bolivia en su encrucijada histórica: O se reconstruye el ingreso o se desmorona el Estado
Bolivia atraviesa una crisis que ya no permite autoengaños ni soluciones parciales. El país enfrenta simultáneamente el agotamiento del ciclo gasífero, el colapso del ingreso externo, la pérdida de competitividad, la expansión desbordada de la informalidad y un Estado debilitado que ha dejado de sostener el ingreso nacional. Aun así, parte del debate público insiste en fórmulas antiguas de austeridad o en ajustes fragmentados, como si la economía fuera inmune a la aritmética. Pero la macroeconomía —la de Stützel, Godley, Keynes y Flassbeck— no responde a deseos ni discursos: responde a identidades contables que siempre se cumplen. Y cuando esos saldos no cuadran, la economía se frena, el ingreso colapsa y la pobreza se expande.
Una de estas identidades es decisiva: los saldos financieros de los sectores de una economía siempre deben sumar cero. Hogares, empresas, Estado y sector externo forman un circuito cerrado. Si un sector quiere ahorrar, otro debe endeudarse. Si todos quieren ahorrar al mismo tiempo, el ingreso nacional se destruye. Esto no es teoría ni ideología: es contabilidad. Y esto es exactamente lo que vive Bolivia.
El déficit externo persiste, los hogares y las empresas aumentan su ahorro precautorio y el Estado —aunque no aplique austeridad explícita— ya no puede absorber ese ahorro ni compensar la caída del ingreso debido al agotamiento de reservas, su deterioro fiscal y la pérdida de anclas macroeconómicas.
En esa combinación, el resultado es inevitable: los saldos se cierran por la vía más destructiva, es decir, derrumbando el ingreso nacional. Primero cae el salario nominal, porque las empresas reducen horas, congelan sueldos y recortan personal. Luego cae el salario real, porque la inflación importada erosiona el poder adquisitivo. La secuencia es implacable: menos ingreso, menos inversión, menos empleo, aún menos ingreso.
Japón enfrentó una crisis similar en los años 90, cuando hogares y empresas se replegaron al ahorro y dejaron de invertir. El motor interno se apagó y el país estuvo al borde de una depresión histórica. La respuesta japonesa fue tan poco........





















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