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Cuando la IA no basta: la inteligencia emocional como ventaja competitiva

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monday

Elena no está en su puesto de trabajo. No es que se haya ido. No oficialmente. No dejó una carta de despedida, ni un discurso emotivo en la sala de reuniones. Simplemente —un día— dejó de aparecer. No está. Pero su nombre sigue en el organigrama. Su silla, intacta. Su correo, activo. Su ausencia, muda. Hay quien dice que se fue de baja. Que tenía ansiedad, o algo así. Que un día le costó respirar en medio de una videollamada. Que lloraba antes de entrar a la oficina, y también después. Pero nadie pregunta mucho. Por pudor. O por miedo a verse reflejado.

La llaman baja psicológica. Como si el cerebro tuviera licencia para desaparecer cuando ya no puede más. Como si fuera culpa del cuerpo. O del clima. Como si no fuera culpa de todos. En España, estamos en máximos históricos de dimisiones voluntarias. Más de 410.000 en lo que va de año. Silenciosas. Progresivas. Implacables.

Y en el mundo, según la OMS, se pierden más de 12.000 millones de días de trabajo al año por ansiedad, depresión y estrés laboral. Esto nos cuesta como sociedad más de billón de dólares anuales. Un ejército de fantasmas que se han rendido sin disparar. La propia OMS aporta un dato demoledor: “Por cada dólar invertido en salud mental, se recuperan cuatro en bienestar y productividad.”

Pero todo sigue. El sistema funciona. El Excel se actualiza. Las reuniones se celebran. El negocio se reporta en indicadores. Solo que Elena no está. Y quizás tú, que estás leyendo esto, tampoco estás del todo. Ahora nos inunda el relato de la Inteligencia Artificial. De la automatización, del dato, del indicador, de la transformación digital. Pero nadie —o casi nadie— habla de la inteligencia emocional. La de verdad. La que no se pronuncia con solemnidad en conferencias. Sino la que se practica. Porque no sirve de nada hablar de liderazgo si nadie sabe leer una cara triste. Si nadie sabe pedir perdón. Si nadie sabe decir: “te comprendo”.

Las empresas emocionalmente inteligentes tienen un 40% más........

© El Confidencial