El costo de ignorar la percepción pública
En comunicación política, la percepción no es un accesorio: es sustancia. Lejos de constituir una distorsión de la realidad, la percepción social configura aquello que, para la ciudadanía, resulta verdadero, legítimo o cuestionable. Por ello, toda estrategia comunicativa —sea de una autoridad, una empresa o una institución— debe partir del entendimiento de que la imagen pública no se construye desde las intenciones, sino desde los efectos concretos que producen los actos visibles.
La reputación de un actor político o institucional no se corresponde necesariamente con su competencia técnica o sus logros objetivos. Es el resultado acumulativo de gestos, decisiones y símbolos que se instalan en la esfera pública. Una autoridad puede ser eficaz en su gestión, pero si sus comportamientos comunican lejanía, ostentación o desconexión con la realidad, lo que predominará será una percepción negativa y difícil de revertir.
La presidenta de la República ilustra........
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