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Francisco

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26.04.2025

Sus últimas palabras en el balcón del Vaticano, pronunciadas en el último mensaje del Papa Francisco en la bendición Urbi et Orbe leído por Monseñor Diego Ravelli, fueron como un grito de dolor ante los graves conflictos mundiales que hoy nos angustian.

Hace unos días terminé la lectura de la autobiografía del Papa Francisco “Esperanza”, que como un libro abierto deja entrever todas las improntas que han rodeado su vida desde su nacimiento en Buenos Aires el 1 de diciembre de 1936. Son numerosos los relatos, reflexiones y los avatares de tipo social, político o religioso que narra hasta llegar a ser cabeza visible de la Iglesia y poner en marcha todo un “proyecto” sobre su visión personal de lo que debe ser una nueva evangelización. El espíritu de ese “programa” lo adelantó en su exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, fruto de su rica experiencia pastoral.

Casi todos los que se han “lanzado” a destacar lo más resaltable de su pontificado en los diferentes medios de comunicación, lo han hecho con muy buena intención destacando sus virtudes personales y el espíritu franciscano que impregnó a su pontificado: la “misericordia” y “la esperanza” han constituido los dos hilos conductores de su evangelización y de sus enseñanzas plasmadas en sus escritos y magisterio catequético.

Otros, sin embargo, han tratado de llevar........

© El Adelantado