Cuando el tiempo ya no alcanza
Carlos Yepes A.
Se acerca diciembre, el mes de las luces, las novenas y los encuentros en familia. Sin embargo, cada año siento con más fuerza que diciembre no debería ser la excusa para acordarnos de los nuestros. La familia no puede ser un “proyecto de temporada”, algo a lo que le damos un par de días cuando el trabajo afloja o cuando el calendario nos obliga a parar. La familia es, o debería ser, el centro de nuestra vida todos los días del año.
Hace cuatro años murió mi padre, y desde entonces cargo una certeza que me duele: tuve muchas más oportunidades de las que aproveché para compartir con él. Hubo tardes que pude haber pasado a visitarlo y preferí reunirme con amigos. Hubo llamadas que pude hacer y dejé para “más tarde”. Hubo conversaciones que nunca tuvimos porque yo sentía que siempre habría un mañana disponible. Hoy, con el corazón más sereno, pero con la conciencia despierta, reconozco que fueron decisiones inmaduras y equivocadas. El tiempo que invertí en conocidos pasajeros hubiera sido infinitamente más valioso invertido en “vivir y compartir” con mi padre.
Ayer tuve una escena que me conmovió profundamente. Me encontré con el papá de dos amigos, hermanos ellos, profesionales exitosos, con cargos altos que les consumen casi todo el día. Como........





















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