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Reminiscencia de la niñez y valores en don Mario Briceño Iragorry |  Por: Anneris Zerpa de León

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16.09.2025

Anneris Zerpa de León

Lo que ocurre en el pasado

vuelve a ser vivido

en la memoria

John Dewey

Introducción

Pasear la mirada por la escritura de don Mario Briceño Iragorry, es recorrer el pasado y ubicarnos en el presente a través de la palabra, evocando sentimientos del ayer. El escritor fue y sigue siendo una figura importante en el quehacer de las letras venezolanas, analista e historiador venezolano que dedicó gran parte de su vida a reflexionar sobre la identidad nacional y particularmente, el devenir del tiempo desde la colonia hasta nuestros días.

A través de la memoria, Mario Briceño Iragorry (1951) expresa sus sueños y vivencias de su niñez en el texto “Mi Infancia y Mi Pueblo”. Dos miradas a la historia, dibuja don Mario Briceño Iragorry en esta narración, así lo expresa: “En Trujillo aprendí a vivir una vida de doble historia” (p.19). La primera, evocación del reencuentro con su pasado, su infancia y vivencias trascurridas en su pueblo natal Trujillo y la segunda, la descripción de hechos históricos de los hombres de los cuales somos herederos de una cultura y una historia; personajes que en conjunto construyeron valores importantes en la niñez del escritor.

Mario Briceño Iragorry utiliza en su narración el discurso epistolar constituido por cuatro cartas. Las tres primeras, dirigidas a su “Amable y generosa amiga”, quien es un personaje indefinido; este personaje podría ser, la madre o quizás, su escritura perpetuada a través del tiempo o su ciudad natal Trujillo a quien muy dulcemente define como “Tierra de María Santísima”. La última carta dirigida a Manuel Briceño Ravelo. Por lo expresado, se puede decir, que Mario Briceño Iragorry a través de la evocación construye tapices de su niñez y la historia de personajes que tuvieron mucha influencia en su formación; al igual, describe hermosos paisajes trujillanos que propician al ambiente nativo un matiz bucólico.

La mirada reflexiva dirigida al texto “Mi Infancia y mi Pueblo” (1951) muestra un sentido ontológico, el estudio del ser en relación con el mundo y la influencia familiar en la formación de valores, vínculos con el lugar de origen y la formación del escritor.

Mario Briceño Iragorry resalta en su escritura sentimientos de pertenencia a su pueblo, promueve la identidad nacional y, por ende, la lealtad y apego a la cultura y tradición nacional: “Para saber quién soy y para saber lo que es la gran patria venezolana tuve que empezar por buscarme a mí mismo y por buscar mis raíces venezolanas en el suelo y en la historia de Trujillo”. El escritor busca en la memoria los recuerdos que le atan a su terruño y a su infancia, para ello, busca en su filiación al suelo que le vio nacer, conjuntamente con la historia de sus ancestros, lugar de apego al que perteneció y en el que nació.

El escritor define a Trujillo como el espacio vital en el cual se centra el discurso; ese lugar representa para Mario Briceño Iragorry su esencia y la relación placentaria que le une con su infancia y su pueblo. A esto Lombardi lo define: “como una identificación individual y psicológica básica en todo ser humano con sentimiento de patria, expresado a través de una etnia, una cultura, un habitad o una territorialidad” (p,22). Existiendo en el escritor un compromiso, e identificándose con su identidad regional y local, es el reto de extraer desde lo más profundo de su ser sentimientos, el camino adecuado para encontrar, ya adulto, las respuestas a su inquietud en las vivencias de su niñez.

La formación de valores de los niños en la familia, debe darse de manera agradable, para permitir al infante un crecimiento efectivo a través de su desarrollo social y espiritual. En su primera infancia el niño adquiere hábitos y cualidades que, posteriormente, van a formar su personalidad.

Según Teiche Mauricio (1976). “El cuidado y educación del niño en su primera época es importante para adquirir buenas costumbres.” (p.50). Los valores orientan la formación y la calidad de vida, a fin de desarrollar necesidades y potencialidades básicas. La educación juega un papel importante en el desarrollo integral; a través de ella se adquieren habilidades, valores y destrezas para ser un individuo capaz de valerse por sí mismo, a lo que Joan Carles (2003) los define como: “Una tela de araña, un........

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