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MARIO BRICEÑO IRAGORRY TAMBIÉN ES UN POETA  | Por: Dalis Coromoto Valera

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16.09.2025

Dalis Coromoto Valera

La mirada reflexiva y amorosa ante las distintas acciones humanas propician el auto reconocimiento y abre perspectivas sobre el Ser y la Cultura en cualquier ámbito de la sociedad, lo que permite el desarrollo cultural y la grandeza de una nación. Don Mario Briceño Iragorry con su humanidad y su pensamiento, se constituye en una fuente permanente de virtudes para la grandeza de nuestra patria en tanto que desde su formación inicial, nombra de manera poética y reflexiva el terruño que lo vio nacer y crecer en formación, para trascender sus umbrales y universalizar su pensamiento.

En este insigne trujillano universal hay un permanente deseo de propiciar la autenticidad; hecho que se gesta en la primera infancia, con el deseo de beneficiar la siembra de valores en todos los niveles del caminar humano y que lo recibió como legado amoroso de su padre. “Continuamente me hablaba ( se refiere a su padre) de que el hombre valía no por el poder, ni por el dinero, sino por la fuerza de una bien cimentada cultura” El respeto por el otro y lo otro, la solidaridad, la ética, el sentido de pertenencia; en fin, el actuar de la persona como proyección hacia el despertar del sentido de nacionalidad, el encuentro con las propias raíces y la consciencia de aprendizaje hacia la construcción de un futuro prominente en cultura para todas las generaciones.

Mario Briceño Iragorry ha sido considerado como uno de los intelectuales de mayor prestigio por su destacada acción y expresión del pensamiento tanto en la pedagogía, la política y en el mundo social. La escritura ha resaltado su nombre dentro de la historia, la narrativa, el teatro y el ensayo por la diversidad de temas que aborda y los planteamientos que destaca. Sin embargo, dentro de la escritura de Don Mario Briceño Iragorry, hay una mirada que se expande en toda la obra y que debe ser apreciada por la sublime y a la vez contundente profundidad en el uso del lenguaje. Se trata de la escritura poética.

Los escritos poéticos, forman parte de esas primeras inquietudes con las que nuestro insigne escritor diera inicio a su tarea de esparcir amor y consciencia con su palabra. A pesar de que en su adolescencia tenía inclinaciones por las matemáticas, lo que lo llevó a querer estudiar ingeniería, no perdió su inclinación literaria. “Mi buena madre se empeñó en robustecer por medio de mil sacrificios la inclinación literaria ya prendida en mi ánimo infantil”, expresión que complementa el valor de la familia en su la formación. Primero la continua palabra del padre para cimentar el valor cultural con la lectura; luego, el fundamento de la madre en la continuación de riego permanente a la semilla germinada para iniciar el camino.

Cuando tuve doce años sentí bullir en mi mente vocación para las letras. Primero, el periódico manuscrito; más tarde —en 1911— la hojita volandera impresa en letras de molde. Me eche a la mar de la literatura........

© Diario de Los Andes