Alejandro Sánchez Cortés. Un Sr. Gobernador. ¿Qué pasa Trujillo? / Pedro Frailán
Dice San Agustín, valiéndose de su acostumbrada, aunque oscura, manera de hablar, “(…) ‘en el libro de aquella luz que se llama la Verdad’. Las leyes eternas de la moralidad están impresas en el corazón del hombre ‘como la impresión de un anillo pasa a la cera, sin dejar por eso de estar en el anillo’”.
Rondaba el año de 1973, mes de diciembre, tiempo postelectoral, COPEI, terminaba de perder las elecciones presidenciales. Pero el Gobernador del Estado iba hacia Jajó a inaugurar una serie de obras que se ejecutaron en su gobierno. Mi memoria de niño recuerda con claridad que fue la posada turística, en donde anteriormente quedaba la Guardia Nacional, la prefectura, el juzgado y el parque infantil; además, la remodelación de la plaza Bolívar y, la pavimentación de varias calles del pueblo.
El parque lo construyeron diagonal al Grupo Escolar “Presbítero Nicolás Mateos”. Los alumnos de la escuela vimos la construcción de esta obra infantil, con la gran expectativa puesta en el día de la inauguración. Porque en este día el Gobernador iba a ponerlo en funcionamiento con una fiesta para los niños. Pasó el tiempo hasta que ese día llegó, para mí desafortunadamente, un día cualquiera, me porté mal y la reprensión fue que no iría a la inauguración del parque que era la fiesta de los niños, pero, tenía que pagar y no formé berrinche.
Ese día de fiesta, con gran entusiasmo al pueblo lo arreglaron con pancartas de bienvenida, bambalinas, mucho colorido y, efectivamente llegó el Sr. Gobernador del Estado Trujillo, el Dr. Alejandro Sánchez Cortés, acompañado de su comitiva. Desde mi casa se oía, la bulla de la gente, los voladores y yo, tristemente oyendo desde mi casa. Se había dicho que repartían regalos a los niños. Para mí lamentable, la situación, por la mañana fue cotidiana, afuera mucha algarabía, cercano de mediodía se fue calmando. Entonces se me ocurrió una idea, tenía dos bolívares y pedí permiso para ir a comprar un par de medias a la bodega de Víctor Ramírez, a la otra calle como se decía en el pueblo.
Mi madre me dijo dígale a su papá. La situación era difícil, sin embargo lo hice y........
© Diario de Los Andes
