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Geopolítica: Los días que estremecen al mundo

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07.02.2025

Los primeros diez días del presidente Trump en el poder han sido tan estrepitosos como duros para algunas de las comunidades más vulnerables ante sus medidas. Tanto en política exterior como interior, el movimiento MAGA se ha propuesto una transformación que redefina tales campos a partir de ingenierías sociales. En lo doméstico el tema de la emigración está marcando una peligrosa tendencia iliberal en la cual se inscribe la ultraderecha de ese país: el rechazo a todo lo que no es blanco, anglosajón y protestante. En lo geopolítico, prima el expansionismo al menos a nivel de discurso, así como la rotura de las buenas relaciones con los aliados tradicionales, a quienes se les trata como un lastre en materia económica.

Más de una vez, los análisis sobre la política del presidente chocan con una base trumpista que no acepta que sean desmontadas las matrices y que se casa únicamente con la realidad dictada por el discurso de dicha figura. Cualquier cosa que sea dicha y que no vaya en la dirección que ellos quieren ya es descalificada. El debate, de esta manera, no dista mucho de la cultura de la cancelación que estableció la facción progre liberal del Partido Demócrata y que, en temas de apertura y de discusión de las narrativas, hizo tanto daño. De manera que tanto uno como otro partido están siguiendo estrategias discursivas iguales para mantener una base y luchar por la hegemonía en la sociedad. La marca de lo postliberal está ahí, en la ausencia de instituciones dentro de las facciones políticas que sean capaces de llevar a tales grupos a una posición seria dentro de la democracia y al respeto a la opinión ajena.

¿La cancelación tiene signo político? Pareciera que es el momento de repensar a Occidente a partir de la aparición de marcas legales y sociales que lo convierten no ya en ese lugar en el cual se debate y construye una identidad desde la diferencia y la contradicción, como era tradicional desde la antigua Grecia, sino que se está apostando por el dogma, lo inamovible y la aparición de construcciones políticas en las cuales prima la tendencia hacia gobiernos de oligarquía. El propio Biden, al dejar la Casa Blanca, advirtió sobre el peligro de un grupo de personas que concentran el poder y que podían de hecho atentar contra la liberal división estamentos dentro del Estado. Hay que recordar que esa nación, que en estos momentos es el centro de Occidente y por ende su paradigma, es una unión de países en la cual debe primar el respeto por determinadas instituciones establecidas desde el tratado fundacional. Cuando tales cosas no se contemplen se puede estar ante procesos de separación como el que se avizora con California a partir del 2028.

Lo que se está viviendo en Occidente es una rotura del contrato social del liberalismo que existe desde las revoluciones burguesas y tiene que ver con la movida a nivel geopolítico que se está dando con el mundo multipolar que hará que sea imposible sostener la deuda pública de los Estados Unidos imprimiendo más billetes sin respaldo. En la medida en que el déficit comercial norteamericano aumenta, se produce un déficit fiscal que no logra el control de la moneda y su caída en picada. Todos esos dólares que se producen no hallan en el mercado interno un sitio porque la actividad industrial no la respalda. La salida es exportar la moneda, obligando al mundo al darle artículos de uso a Estados Unidos a cambio de papel entintado. Pero, ¿hasta cuándo? La militarización del sistema financiero y la imposición del dólar tienen como trasfondo el carácter existencial de ese proceso para la potencia de Washington. Ello lo convierte en un gigante débil, que ante la menor conmoción se ve afectado en su propia identidad como unión de países o de........

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