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El año del avistamiento extraterrestre

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04.10.2025

Aquel Año, Julio Morales Aróstegui había dedicado todos sus esfuerzos a construir un radio rústico con pedazos de manera y de tela botados en las calles. Su objetivo era claro: lo usaría para contactar con los extraterrestres.

Había escuchado, de bocas de locutores en varias emisoras extranjeras, que se preparaban viajes al cosmos para hallar vida inteligente o vestigios de civilizaciones perdidas. El mundo vivía una explosión de curiosidad y todos miraban hacia arriba en busca de respuestas. Julio destripó su viejo dispositivo norteamericano, sacó las bujías y los cables, destrozó cada transistor y colocó los restos del aparato encima de una plancha de cinc del patio de su casa, sita en la calle Nazareno al final, como quien va hacia la Vereda del Carmen.

Frente a su vivienda, el terreno deportivo estaba como de costumbre lleno de muchachos del Instituto de Segunda Enseñanza que iban allí para jugar pelota o hacer carreras de velocidad. Cuando veían pasar a Julio era como si se removiera el universo, todos corrían hasta la cerca haciendo preguntas. Y es que a él se le conocía por dos apodos: el Sabio y Julio Problemas. “Maestro, ¿puede decirnos cuándo es que se podrá viajar a Marte?” El hombre acariciaba su barbilla con un gesto de profunda reflexión, tocaba el tronco de uno de los árboles cercanos antes de hablar e iniciaba su perorata: “He recibido noticias directamente desde la Agencia Espacial soviética acerca del avistamiento de construcciones en la superficie marciana, por lo cual no está lejos el día en que vayamos a conocerlos”. Los muchachos se arremolinaban, unos incrédulos reían, otros prestaban atención como si estuvieran oyendo realmente los resultados de una indagación científica con toda la seriedad del mundo. Algún que otro transeúnte se detenía también para escuchar. Al final, Julio siempre dejaba en el aire uno de sus famosos problemas o acertijos. “Pero eso no es lo importante, sino saber si en esta mata —señalaba para el inmenso laurel del terreno— hay más ojos u hojas”. Y con esa sombra, esa duda socrática, el maestro desaparecía calle Nazareno arriba hasta doblar en la esquina rumbo al parque o a otros tantos recovecos de la villa.

La temporada ciclónica había sido bastante activa en el Caribe. Desde hacía años, estos fenómenos venían in crescendo debido al ascenso de las temperaturas. Un huracán se forma a partir del calor de las aguas del mar, los niveles de evaporación y de concentración de humedad en la atmósfera. Al final, pueden alcanzar radios de entre 500 y hasta 600 kilómetros y alturas de 10 kilómetros. Se estima que con la energía de un huracán puede dársele electricidad a grandes ciudades. La capacidad científica humana no ha llegado ni a modificar ni a eliminarlos. Solamente se ha avanzado en su predicción y estudios. En la trayectoria de los huracanes incide mucho la rotación terrestre sobre su mismo eje, lo cual hace que ellos no aparezcan en el Ecuador, sino sobre las zonas tropicales, donde están creadas las condiciones. En Cuba, son muy peligrosos y frecuentes los que ocurren en octubre, etapa en la cual la isla está expuesta a una trayectoria más hacia el noroeste producto del desplazamiento de las fuerzas anticiclónicas del norte.

Pero Julio no sabía nada de esto, ni le hacía falta, para él todo tenía una explicación mitológica o seudocientífica, una que se fundaba en su propia lógica como ser humano. Cuando dejaba atrás el terreno del Buque (llamado así por un famoso barco de tablas de camas y de escaparates que fuera construido en ese lugar para sacarlo en las parrandas de diciembre) iba en dirección a la Biblioteca Pública, hojeaba algún libro, lo tomaba y podía estar toda la tarde en el patio colonial leyendo. Desde hacía días estaba con El siglo de las luces de Alejo Carpentier. Las descripciones del huracán que cambió la historia en Cuba y que hizo añicos el viejo orden político lo fascinaban. Julio hallaba en las letras de dicha obra una resonancia que nadie había descubierto, una interpretación que estaba ajena a lo que se había estudiado por universidades, académicos, semiólogos, letrados. Para él, en las páginas de esa novela había un código secreto que avisaba sobre el avistamiento de los extraterrestres. “Será bajo el temporal de un ciclón y no está muy lejos que ocurra”, decía en murmullos.

( Ray Saavedra Otaño / Cubahora)

Del 27 al 28 de agosto de 1794 se produjo en Cuba una gran conmoción ciclónica. En Europa, había acontecido la Revolución que derribó una monarquía poderosa, estableció un régimen republicano y una cámara plural. Sin embargo, todo eso derivó........

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