Los afrocaribeños abuelos del Reparto (II)(+Videos)
Si partimos de reconocer que los ritmos afrocaribeños son la columna vertebral del Reguetón y de su antecedente más cercano el Reggae en español o la Plena panameña, urge completar el conjunto de su genoma, con el rastreo de la otra mitad negra, también afroantillana, pero histórica y culturalmente diferente a la que llegó a finales del XIX e inicios de XXX, para construir el ferrocarril y el Canal en Panamá.
Hablo de otros “circuitos socio-sónicos”, con cientos de años de anticipación. Cruces transatlánticos, con sus cargas genéticas y culturales, de emocionalidad, sensibilidad y resiliencia; para enriquecer posibilidades identitarias y de transculturaciones, para hibridar predisposiciones y recepciones orgánicas. Conexiones directas desde el continente Madre, de África con el Caribe, del Congo con Jamaica, Barbados, Panamá, Cuba, Puerto Rico… Para resonar con nuevos ritmos, sobre las mismas claves.
Ellos, muchísimos más y desde más disimiles orígenes, enriquecieron el ADN rítmico y performático, estético y tecnológico, que en la cazuela caribeña cuajó. Como expresión de sujetos descolocados y explotados, para “sacudir su nostalgia de desterrado(s)” y encontrar nuevos asideros. Un ajiaco en el que mucho aportó la suculenta diáspora de Xaymaca, como la nombraron los taínos.
A esta “tierra de manantiales” la convirtieron en un gran infierno los colonizadores británicos, después que la ocuparon en 1655.
Desde 1661, la Company of Royal Adventures obtuvo derechos exclusivos para comerciar esclavos capturados en África. Su sucesora, en 1672, la Royal African Company transportó 46.396 esclavos a las colonias caribeñas y americanas entre 1680-1689, usando a Jamaica como eje redistribuidor. Después de 1713, con el Tratado de Utrech, a Inglaterra se les otorgó el monopolio del tráfico internacional lo que mantuvo durante 30 años. Fue la segunda metrópoli con el mayor número de esclavos transportados y vendidos con 3 259 441.
Para legitimar la esclavitud, para tratar a otros seres humanos como animales, el imperialismo occidental presentó a los africanos como "subhumanos", salvajes e inferiores. Instauraron sobre el paisaje cultural del archipiélago caribeño, la gran nube de la discriminación racial, que aún persiste, contagia y asfixia. Como una de las manchas más duradera e inhumana de aquella trata transatlántica.
Uno hojea tan bochornosas páginas y consigue comprender más nítidamente el júbilo y el orgullo que asaltó a Jamaica, cuando en agosto de 1962 fue reconocida su independencia. Un nuevo optimismo reflejado en la música de aquella diáspora, que era la inmensa mayoría de la población. Lo atestiguan discos conmemorativos como Independent Jamaica de Lord Creator, Forward March de Derrick Morgan o Miss Jamaica........
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