De símbolos con sentidos y el cuento del tabaco
Las primeras imágenes del show y de la cena de marras, salieron por otros caños, de los que suelen comparar la opulencia de ciertos privilegiados con la precariedad mayoritaria, pero de los privilegiados y de las mayorías de aquí, asociables a la Revolución y el Socialismo, a sus dirigentes, para representarlos de espaldas al pueblo y significarlos como falsos. Se filtraron como indiscreciones malsanas o primicias que mercantilizar, para ahondar en el cuento de la buena/mala pipa, la narrativa de la “dictadura fallida” y sin futuro. Fue un humo insano, oscuro y pestilente, sobre la aplastante realidad de que en la acera del frente, y mucho más allá, se clavaba sobre los mismos lomos otros apagones y otras incertidumbres, como qué vamos a comer mañana y con qué lo vamos a cocinar.
Con tales intoxicaciones comenzaron a circular lo que aconteció en El Capitolio habanero, durante un tramo del XXV Festival del Habano. Así llegaron por las redes a otros ojos y corazones, donde se arroparon con otras intenciones, se cargaron con preocupaciones más genuinas; de compañeros cultos y sensibles, de compatriotas con todo el derecho de opinar y criticar lo que les parece mal y debe ser cambiado, de demandar rendiciones de cuentas de los que no supieron balancear, ganancias financieras y subjetivas, el centelleo con el combustible. Consideraciones de mucho peso, pero adelantadas, diría yo, que no resuenan en la mayoría.
Reconozcamos que una parte del pueblo no se conecta con el sistema institucional de información. Esa gran masa desconoce o no recuerda que allí reposa el último mambí. Ve el dorado de la cúpula, pero no se enteró de la millonaria inversión en su interior para restaurar el edificio, los ornamentos y el mobiliario, bajo la dirección del Oficina del Historiador de la Ciudad y el entusiasmo de Eusebio Leal.
Tampoco ha visto con sus propios ojos como quedó la majestuosa estatua que representa a la “República”. Y la entrecomillo porque la “República” que representó inicialmente, que solemos significar neocolonial, no fue la República proclamada en Guáimaro, ni la soñada por Martí, ni la que transitamos y debemos defender, la que hemos vivenciado después del 1 de enero de 1959 como de “los humildes, por los humildes y para los humildes”. Distinción que ha de circular y activarse, en la más sonante y candente cotidianidad.
De modo que los vecinos que........
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