Pasado vigente: Eduardo Arocena y la violencia política del exilio cubano
Por Arnaldo M. Fernández
La reciente muerte de Eduardo Víctor Arocena Pérez deja un manojo de connotaciones para la historia del exilio cubano en Estados Unidos, con un amargo, recio recordatorio que no debe saltarse en nuestra memoria errante.
Arocena falleció el pasado miércoles 10 de septiembre en Miami bajo el peso del derrame cerebral y otros problemas de salud derivados de casi 40 años de encarcelamiento, que concluyeron el viernes 25 de junio de 2021 al salir en libertad por razones humanitarias de la cárcel federal para enfermos en Rochester, Minnesota.
Una muerte, con penas y sin gloria, para una figura emblemática de la resistencia armada contra el régimen de Fidel Castro, entendida como ejercicio de la violencia extrema contra civiles.
Arocena fue fundador del grupo anticastrista clandestino –cuando clandestino era una palabra con cierto valor– Omega 7 en Newark, Nueva Jersey, el 11 de septiembre de 1974. Y falleció preso de la dicotomía de ser combatiente por la libertad de Cuba para unos y terrorista para otros.
Historia mínima
El 13 de febrero de 1985, el diario The Miami Herald publicó que 23 cargos relacionados con posesión ilegal de armas habían caído sobre Arocena, luego de dos horas y media de deliberación de un jurado con equilibrio de género —seis mujeres y seis hombres— en juicio presidido por el juez William Hoeveler.
Arocena recibido por su esposa en Miami tras su liberación en 2021. Foto: Cortesía familia Arocena.Arocena se quejó de que el jurado creyera “en las mentiras de [Néstor] Gómez”, quien era militante de Omega 7 pero pactó con la fiscalía y declaró que, por orden de Arocena, había disparado con ametralladora contra la farmacia Hispania Interamericana; la farmacia atacada enviaba medicinas, ropas y otras cositas aportadas por emigrados a sus compatriotas en Cuba. Esa ametralladora y dos más fueron ocupadas en la guarida de Arocena, sita en 3034 SW Calle 7, La Pequeña Habana, junto con otras armas, silenciadores y parafernalia bombardera.
Arocena fue al juicio en Miami arrastrando ya una cadena perpetua y otros años adicionales de cárcel —la justicia estadounidense es así— impuestos el 22 de septiembre de 1984 por un tribunal de Manhattan. Aquí y entonces el fiscal Michael Tabak imputó a Arocena la acusación de detonar bombas y ordenar el asesinato de Félix García, empleado de la Misión de Cuba ante Naciones Unidas, baleado con pistola ametralladora Mac 10 el 11 de septiembre de 1980 al detener su Pontiac Grand Safari, con licencia diplomática, frente a un semáforo en el trayecto por Queens Boulevard rumbo a Manhattan.
Tras ser apresado Arocena el 22 de julio de 1983 en La Pequeña Habana y llevado a Manhattan para enjuiciamiento criminal, tres radioemisoras de Miami animaron una colecta con vistas a sufragar la defensa. Se recaudaron más de $20 mil dólares, pero en la audiencia preliminar salió a relucir que, desde septiembre de 1982, Arocena era informante del FBI y había echado pa’lante a........
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