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Por una enseñanza verdaderamente cubana

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09.07.2025

Un volumen del Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello contribuye a esclarecer la polémica educacional que conmocionó a Cuba en los años 40 del siglo XX

Intenta ser, además de claro, comedido, sin dejar de valorar como se merecen los desatinos que ha encontrado en el manual titulado Rudimentos de la Geografía General y de Cuba y de la provincia de La Habana en particular, del Padre Alberto Martínez.

Acto organizado por el Movimiento Cívico-Nacional Por la Patria y Por la Escuela. / Tomado del libro Escuela y nación en Cuba…

Pero a Juan Marinello no le resulta fácil practicar la moderación, pues se indigna al leer que “cuando en 1842 vino el Vicealmirante inglés Parker para concertar con Valdés, Capitán General, la emancipación de los esclavos, desistió de ello a vista de la humanidad con que eran tratados en Cuba”. ¿Cómo podía un volumen utilizado en 1941 en este país por el muy ensalzado Colegio de Belén obviar los horrores de la trata y de la esclavitud?

Detiene la redacción del artículo “Los libros de texto” (será publicado el 24 de mayo en el diario Noticias de Hoy) y rememora los intensos debates sostenidos en la Asamblea Constituyente de 1940, durante la cual la Unión Revolucionaria Comunista, luego Partido Socialista Popular, abogó por que la enseñanza nacional fuera “laica, unificada y regida por el Estado. Los planes, orientación y textos acordados por este regirán igualmente para la enseñanza no oficial que estará sometida a la inspección correspondiente”.

Por unificada debía entenderse “el tipo de enseñanza que reúne a los niños y a las niñas en una escuela básica común, que pueda dar a cada uno instrucción ajustada a sus aptitudes, inclinación y profesión futuras, sin tener en consideración creencias religiosas, distinción de sexos ni posición económica familiar”. Tanto ha reflexionado acerca del asunto que casi puede repetir palabra por palabra aquella propuesta.

La atención de Marinello regresa a la hoja escrita a medias y al citado manual. Añade: “En una sola página se muestran estas dos actitudes típicamente metropolitanas: el desprecio al criollo blanco y la condenación civil del negro. En la página 22 se estampan estas sorprendentes razones: ‘Los cubanos son de buena figura, claro entendimiento, aficionados a la poesía, al baile y al choteíto (sic). El tipo cubano se ha formado de tres razas, la nativa siboney o americana, la blanca o española y la negra. La mezcla de ellas da origen a los criollos o mestizos, predominando LAS CUALIDADES DE LA BLANCA’… Sin entrar en los errores científicos de esta explicación pintoresca, tocan a uno por palabra, queda clara y evidente la intención del autor. El negro, inferior; el blanco cubano, algo así como un bailarín de feria peleado con el trabajo. Decir esto en una tierra en que una masa enorme de hombres realiza, a precio de miseria, las labores durísimas de una zafra y aún le quedan vigor y fuerza para superarse es mucho más que un insulto, es un sarcasmo. Y estos sarcasmos, estas maneras de ofender lo nuestro se quieren impunes. Y la supervisión honesta, cubana, que se quiere sobre ellos, se califica de ¡disolvente y de extranjerizante y de subversiva!”.

Mucho ha debido argumentar a partir del momento en que le nombraran presidente de la Comisión de Enseñanza Privada en el Consejo Nacional de Educación y Cultura (CNEC), inaugurado poco antes, el 10 de marzo de 1941. En su comentario “Docencia y política. Lo que ellos quieren” (Noticias de Hoy, 16 de abril) aludió a la campaña desatada en su contra: miembros del clero protestaron, “periódicos como ¡Alerta!, Acción, Diario de la Marina y Avance” pusieron “el grito en el cielo” por la elección de un comunista; el partido ABC solicitó a la Cámara de Representantes su destitución.

Llamamiento a los simpatizantes del proyecto para supervisar la enseñanza privada. / Tomado del libro Escuela y nación en Cuba…

El Consejo se mantuvo firme, empero. Y Marinello, desde su puesto, en el cual no decidía, solo proponía, prosiguió con el intento de establecer una regulación que, en la práctica, permitiera al fin aplicar lo postulado en el artículo 55 de la........

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