Pinceladas para un retrato oportuno
Aquella niña inquieta y joven comprometida con el mejoramiento de Cuba, devino investigadora capaz de enfrentar concepciones tan arraigadas como limitantes
En breve dará inicio la edición 33 de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Una de sus actividades centrales será la entrega del Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2024 a una académica descollante en los ámbitos de la historia y la cultura. Alguien cuya sapiencia, energía y voz resuelta infunden respeto en cuantos la conocen.
Ha realizado su labor docente con el mismo fervor que las investigaciones en torno a los procesos culturales e históricos de la nación cubana. / Cortesía de la entrevistadaYa desde pequeña Mildred de la Torre Molina, hoy doctora en Ciencias Históricas, era vivaz, dada a inspeccionar su entorno y desafiar prohibiciones.
“Tanto en la niñez como en la adolescencia me interesaban los temas vetados en los programas de estudios. De ahí que no fuese una estudiante de sobresalientes y sí una impenitente lectora, hábito heredado de mi padre –nos cuenta. Esta práctica posibilita que no conozca la soledad y se aminoren los dolores físicos y morales. Traes el mundo desconocido hacia ti y viceversa.
“Debo agregar mi interés, también sostenido en el tiempo, por la naturaleza. Ir en su busca constituía uno de mis mayores placeres. Con mi hermano Jorge me adentraba en los montes, las montañas, las arboledas y cuantos lugares recónditos existiesen. Lo hacíamos sin la anuencia de los padres, porque el principal disfrute estaba en lo clandestino y en la posibilidad de conocer el mundo explorado por nosotros. Después hacíamos los cuentos sobre lo vivido o imaginado, y eso nos provocaba un gran regocijo”.
-¿Cuándo y por qué se interesó por la Historia?
-Ocurrió mediante una película que mis padres me llevaron a ver, junto a mis hermanos, en el central Matilde, radicado en San Felipe, estado de Lara, en Venezuela, donde vivimos cuatro años durante mi primera infancia. Entonces yo apenas había cumplido los cinco. Descubrí el fascinante mundo de Juana de Arco a través de la actriz protagonista: Ingrid Bergman. Tanta huella dejó en mí, que con mayor edad aún jugaba a interpretarla encima de la mesa de comer o en cuantos lugares pudiera subirme con un palo por espada. El ambiente y su historia personal y política marcaron mi temprana existencia de niña inquieta y opuesta a la vida apacible, rutinaria. Lecturas como La Edad de Oro, de nuestro gran Martí; las aventuras de Salgari, las de Monteiro Lobato y los cuentos de Horacio Quiroga, cercanos a los parajes selváticos del lugar donde residíamos, despertaron mi interés por el pasado, siempre buscando semejanzas con el presente de entonces.
Al recibir el Premio Nacional de Historia 2016. / Cortesía de la entrevistada“La adolescencia me aportó nuevas experiencias. Eran los tiempos iniciales de la Revolución. A partir de 1961 me integré plenamente a ella desde las aulas de la segunda enseñanza, en el Instituto de la Víbora. Allí tuve la oportunidad de conocer excelentes profesores como Hortensia Pichardo, Fernando Portuondo y Dolores Breuil, en el campo de la historia, que marcaron mi destino, y otros más en las asignaturas de las ciencias humanísticas, naturales y exactas. Tales improntas se aprecian en la adquisición de una cultura general facilitadora de sólidos conocimientos. Aquel centro poseía una biblioteca extraordinaria, capaz de satisfacer cualquier inquietud de........
© Bohemia
