Batazo de cuatro esquinas en el estadio de Morón
Fotos. / Pastor Batista
Para los moronenses es “cosa normal”. Para el visitante, raya en lo “asombroso”. El estadio de béisbol Paquito Espinosa es –ni más ni menos– una especie de tacita de oro ubicada allá, en un cálido remanso de la ciudad, donde, a decir de Isidoro Valero Hernández, hombre orquesta allí, “usted puede recibir un premio si encuentra una colilla de cigarro o un papel tirados en el suelo”.
La agradable impresión de pulcritud y orden salta a pupila desde su exterior, a cuyo costado los propios directivos y trabajadores se las ingeniaron para dejar instalado un “muy saludable gimnasio biosaludable” donde otrora se había acomodado un indeseable microvertedero de basura, con todos los peligros higiénicos, ambientales y el mal gusto que pueda imaginarse.
Pero el Paquito Espinosa no es solo fachada, imagen exterior, limpieza…
Si en él se pudieran jugar en cualquier momento del año partidos de la Serie Nacional, de la Liga Élite del béisbol cubano u otros, es porque, terreno adentro, hay tela por donde batear.
Todas las áreas permanecen impecablemente limpias.Encargado ahora de las inversiones, mantenimiento y reparaciones (tras haber dedicado toda su vida al deporte, jubilarse y continuar en la pelea) Isidoro habla con satisfacción........
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