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La verdadera estructura de poder en Estados Unidos

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En los noticieros estadounidenses, se nos presenta una imagen clara del poder: el presidente como figura central, el Congreso como árbitro de las decisiones nacionales y la Constitución como última guía. Sin embargo, detrás de esa fachada institucional, se esconde una realidad mucho más compleja, oscura y poco discutida públicamente. Donald Trump, Joe Biden o cualquier otro inquilino de la Casa Blanca no son los mandatarios absolutos del país, sino los rostros visibles de un sistema mucho más amplio y opaco.

Estados Unidos, en su esencia más funcional, no es gobernado por políticos electos, sino por una red de actores poderosos que operan fuera del escrutinio público. Esta élite, compuesta por bancos centrales privados, corporaciones transnacionales, conglomerados militares, industrias farmacéuticas y medios de comunicación, ejerce un control casi absoluto sobre la economía, la información y, por fin, sobre la vida cotidiana de millones de personas. Este artículo busca desentrañar quiénes son estos actores, cómo ejercen su influencia y qué intereses defienden.

La Reserva Federal (Fed) , fundada en 1913, es el banco central de Estados Unidos, pero a diferencia de lo que muchos creen, no es una institución gubernamental en sentido estricto. Es una entidad privada controlada por bancos miembros que tienen la potestad de crear dinero de la nada mediante políticas monetarias. La Fed decide cuánto dinero circula, afectando directamente el valor del dólar, los salarios y el poder adquisitivo de los ciudadanos. Mediante el ajuste de las tasas de interés, puede inflar burbujas económicas (como la de bienes raíces en 2008) o provocar recesiones, beneficiando a los grandes capitales en detrimento de la clase media. El gobierno estadounidense opera con un déficit financiado por bonos que la Fed y sus aliados compran, perpetuando un sistema de dependencia financiera.

La Reserva Federal es uno de los organismos más poderosos del mundo, pese a no ser parte del gobierno federal ni estar bajo control público. Su independencia formal le permite tomar decisiones sin rendir cuentas al pueblo estadounidense ni al presidente. El problema no es solo su naturaleza, sino que su accionariado está compuesto por grandes bancos privados que, en lugar de velar por el bien común, priorizan su rentabilidad. Cuando se inyectan billones en el sistema financiero, los beneficiarios no son los trabajadores, sino las instituciones que ya dominan el mercado.

Empresas como Amazon, BlackRock y Vanguard no sólo lideran el ranking de valor de mercado, sino que poseen entre sí acciones cruzadas que convierten la competencia en una ilusión. Estas........

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