"La mujer de Nostradamus". O una versión no profética de su vida
En un castillo de piedra, modesto pero cómodo, se encontraba Madame Nostradamus arreglándole algunas camisas con un poco del hilo azul que a él tanto le gustaba mientras el aroma del pan horneado se mezclaba con el vapor del té de lavanda.
Y es que este té era una de las fuentes a las extraordinarias capacidades adivinatorias de su marido el Gran Nostradamus, ya que esta esencia le permite integrar aspectos espirituales y trascendentales con pequeños hechos de la vida cotidiana, generando un "efecto mariposa" premonitorio, ya que un simple hecho como una puerta golpeada con demasiada fuerza generaba en el adivino un encadenamiento de hechos que podían llevarlo a acontecimientos muy lejanos en el tiempo y lugar, como 1325 años y en otro continente. Gracias a la Lavanda y a facultades propias de Michael Nostradamus intransferibles.
Esa mañana era una mañana tranquila en Provenza, y los niños aún dormían, seguramente soñando con dragones o corriendo con un ágil anciano que llevaba un reloj de arena en su mano y en la otra un bastón. La señora Nostradamus preparaba........
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