Construir influjo, hacer política
¿Qué hace relevante a la conducción política? Entre muchas cosas, podríamos mencionar la capacidad para dar respuesta efectiva a los dilemas estratégicos del presente, para leer las diversas texturas de la realidad -los datos fugaces y los que persisten, los evidentes y los casi indetectables- y captar en ese amasijo caótico el hilo que pudiese desenredar la maraña. Pero ese “olfato” nada metafísico, nada mágico y más bien pragmático para dar con las fórmulas de lo que sí funcionará en el largo plazo, quizás sería insuficiente sin la habilidad para construir y desplegar influjo.
Con influjo nos referimos a la posibilidad de impactar, con palabras y acciones, ese encadenamiento no lineal de momentos de decisión, no de azarosas fatalidades, que define a la historia. Tiene que ver con el poder, sin duda, pero va incluso más allá; operando en la medida en que quienes lo desarrollan consiguen afectar, desde diversos ámbitos, la lógica de decisores y ejecutores. Podríamos equipararlo con la capacidad de agencia, la habilidad del sujeto, individual o colectivo, para actuar de manera intencional y autónoma a fin de elegir cursos de acción que moldearán su propia vida y la de su entorno. Convertirse en potencial agente de cambio, influir en la realidad, en el “ser”, y lograr objetivos, es así un paso ineludible para esa oposición que aspira a convertirse en referente y que hoy apuesta a un desempeño dentro de los marcos institucionales del sistema; que participó en procesos electorales recientes entrando así en un juego incierto delimitado por la cooperación o el conflicto, y cuya credibilidad en la........
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