El conde de Godó hace su trabajo para Sánchez y para el independentismo
Estamos tan familiarizados con la infamia que era bastante fácil imaginar que se iba a volver a manifestar estos días, como un espectro inoportuno. Suele aparecer siempre con las mismas formas, que son previsibles y toscas como el texto de un sainete, pero que en este caso terminan en tragedia, no tanto para sus protagonistas como para los demás, el público, paciente o complaciente según el caso. Así que entraba dentro de lo normal que Pedro Sánchez hipotecara la prosperidad de los ciudadanos para formar Gobierno con el voto de los separatistas, como también que Alberto Núñez Feijóo ofrecería una respuesta tibia o que García-Page lanzaría su típica perorata de colaboracionista hipócrita para intentar que sus votantes no le castiguen. Que nadie se engañe: está hecho de la misma pasta que Sánchez. Plasticosa y hedionda.
Es todo tan previsible en este país que incluso David Hume se plantearía su histórica posición sobre el principio de causalidad. Escribió el filósofo que, pese al “mecanicismo del Cosmos”, es tan válido afirmar que el sol saldrá a la mañana siguiente como que no saldrá, dado que, aunque un fenómeno se repita miles de veces, entra dentro de lo posible que un buen día se rompa esa dinámica. Digamos que habría quien pudiera llegar a pensar que Enric Juliana no iba a aprovechar el viernes su espacio en La Vanguardia para exhibir su manida filia con Italia y su todavía más manido resquemor hacia Madrid. Como era de esperar, ambas cosas se han producido, como se resume en el titular de su crónica (Giro en Bruselas, gritos de alzamiento en Madrid). El corresponsal en la capital de este diario se ha esforzado durante todo el proceso soberanista en describir la realidad capitalina como bárbara, frente a la barcelonesa, que es ilustrada. Allí se busca de forma incesante el mejor 'encaje' de Cataluña en España, mientras que en Madrid se torpedea. Su línea es similar........
© Vozpópuli
visit website