Antes de que me detengan
Ya sabíamos que nuestra democracia es el espectáculo más caro del mundo, pero Sánchez ha conseguido convertirla en un reality sobre Su Persona en el que los españoles sólo somos meros espectadores; y nuestros problemas, asuntos que no le importan a nadie. Me da igual que su hijo no pueda acceder a una vivienda: si no va a venir a Ferraz a corear a Raffaela Carrà y Quevedo, apártese y no moleste, señora. En la cabeza de Sánchez, echar el freno de mano y hacer derrapar a toda España debió de sonar genial; probablemente esperaba que, huérfano de su amor, el pueblo se echaría a la calle gritando “¡Pedro, quédate!”. Sin embargo, menos del 10% de la militancia acudió a rendirle pleitesía, ¡maldita lluvia! Quién iba a decirle al presidente interruptusque él sería el peor parado de esta charlotada. Su deriva autoritaria da miedo, sí, pero no podemos dejar de partirnos la caja a su costa; es como aquel chiste de Gila: “Me habéis dejado sin hijo, pero me he reído”.
Por mucho que ahora intente convencernos de que el principal problema de España son la desinformación —y los bulos—, seguimos sin entender que no haya acudido a los tribunales para defender el honor de su dama. Ábalos, presunto........© Vozpópuli
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