¡Viva España, carajo!
Madrid a mediados de agosto: horno habitado por malos estudiantes, embarazadas que salen de cuentas y sus familiares, gente que adelanta la vuelta de vacaciones para divorciarse, políticos perdiendo los papeles por pactar, y mucho guiri.
La vida diurna es aletargada e indoor y la nocturna es outdoor y alevosa; en las terrazas se solapan conversaciones sobre cosas tan dispares como lo caro que sale ahora desayunar (“date al ayuno intermitente, es un win win”), exhibiciones mamarias, ultraderechismos argentinos, y desconcertantes noticias científicas:
-Pues Cari; he leído que Harvard dice que lo de pimplar no es tan malo…que da felicidad y tal…y que prolonga la vida; pídeme un Aperol, anda…
Cari 1 acaba de subir la mano para llamar la atención de un camarero, esa especie en extinción cada verano, ejemplo de adaptación darwiniana por su capacidad de esquivar miradas de clientes.
-Normal, Cari…nos quieren beodos para manipularnos –responde Cari 2, que es negacionista de todo, y que sigue luciendo axila.
-Pues no te creas, porque los beodos pasan por una ventana de lucidez…
-Para ventana de lucidez, la que le voy a dar yo a este tío como no venga.
Este mamporrismo pro-bebercio de Harvard, fue rápidamente desmentido por los medios, conscientes de la bomba de relojería que supone esta información para una etnia con clara tendencia al desfogue etílico, en momentos de sinvivir político extremo; el beneficio proclamado por el estudio (copearse desestresa, lo que reduce el riesgo cardiovascular) es nimio comparado con los marrones que conllevaría consumir destilados y demás variantes.
El último estudio........
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