Sólo los oscuros y los imbéciles no los entienden
La turba admira a los fogosos y tiene a los serenos por indolentes, al decir de Séneca. No es el caso de Alfonso Rueda, que acaba de lograr algo que demóscopos y politólogos casi le negaban hasta hace unas horas. Ha revalidado la mayoría absoluta de su partido, la quinta consecutiva, en unas circunstancias que barruntaban naufragio. El desliz de su padrino sobre la amnistía, a seis días de las urnas, se recibió como la antesala del cataclismo. "No falla, este PP siempre la pifia en la última semana de campaña", coreaban los sabiondos. No conocen a los gallegos, en cuyo himno se retrata algo más que una idiosincrasia: una actitud ante la vida. Reza una de sus estrofas que "sólo los ignorantes, los fieros y duros, imbéciles y oscuros no nos entienden, no". Algo sospechaba Sánchez, forzado por Puigdemont a hacer el imbécil, a incurrir en la vileza, a chapotear permanentemente con la indignidad. Aplazó (mediante madama Francina) el debate parlamentario sobre la amnistía para que no interfiriera en las elecciones gallegas. Imposible disimular la ignominia. El perdón a los golpistas catalanes actúa como el corazón delator de Poe. Por más que lo quieren sepultar -a veces, incluso pretenden ensalzarlo por lo de la convivencia y el reencuentro- siempre emite su sonido acusador.
Feijóo no se apeó ni un instante de la campaña.........
© Vozpópuli
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