Espías, golpistas, bobos y un exorcista
La Cataluña levantisca ha desaparecido del mapa. Ya nadie habla del procés. Sólo de esos espías rusos subcontratados por Puigdemont para organizar una especie de Armada Brancaleone con aspardeñas y de un obispo indepe y exorcista abducido por una damisela diabólica. Todo lo demás es melancolía de Messi y aromas de Montserrat.
El aniversario de los plenos de la desconexión, aquellas turbulentas jornadas parlamentarias del 6 y 7 de septiembre del 17, ha tenido menos eco que el alarido de Lesmes contra el Gobierno, asunto no menor por tratarse de un ámbito tan querido para los separatistas como es el judicial. Nadie se acuerda ya ni de las tumultuosas sesiones en las que el secesionismo pretendió sentar las bases de su ruptura y cimentar los pilares de la rebelión. Ni siquiera hay memoria de Carmen Forcadell, presidenta por entonces de la Cámara, que entre temblores, dudas y aspavientos pretendió bendecir desde su alta poltrona institucional aquel espantable esperpento y tan sólo logró una acolchada celda en la prisión de Mas d'Enric que cambió luego por la de Wad Ras.
Ni rastro de la república. Consumados los indultos, los doce del banquillo del magistardo Marchena han vuelto a casa, a sus ocupaciones familiares, a su ocio profesional y a su trasiego........
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