¿Se puede parar esto?
Se desgañita uno haciendo sesudos artículos sobre la amnistía o el Tribunal Constitucional y, obviamente, nada cambia. Reconfortas a los que piensan como tú, pero está demostrado que es casi imposible que nadie cambie sus ideas políticas con razones porque, como dice Haidt, primero elegimos los valores con emociones y luego buscamos las razones que apoyan nuestra intuición.
Es verdad que, como decía Ortega, el esfuerzo inútil conduce a la melancolía, pero aun melancólico, no puedo evitar seguir dando razones para, al menos, no otorgar callando. Por ejemplo, debo destacar que lo que plantea la amnistía no es un simple problema de preferencias políticas, sino de subsistencia constitucional. Así, se dice en estos aciagos días que el ciudadano se encuentra en un dilema en el que ha de elegir entre dos males: amnistía versus que gobierne la ultraderecha y perder así un gobierno “de progreso” que aporte derechos sociales o no recorte los ya obtenidos. Este argumento se oye repetidamente y convence a mucha gente, al parecer. Pero es razón gravemente peligrosa. Éticamente el fin no justifica los medios, pero es que el fin es también francamente dudoso. Porque apostar por medios que deterioran el armazón constitucional para obtener de presente ciertos derechos es, nunca mejor dicho, pan para hoy y hambre para mañana. Las consecuencias finales serán debilitar el sistema institucional, forzar el principio de igualdad entre ciudadanos amnistiando delitos a la carta, humillar a otro poder del Estado desautorizando de raíz sus sentencias y producir un desequilibrio patrimonial entre........
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