Historia de dos Cataluñas
Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, era el siglo de la locura de unos pocos que destrozaron la convivencia durante años, era el siglo de la razón de los que soportaron con paciencia el racismo constante de los que, como Marta Ferrusola, no dejaban jugar a sus hijos en el parque con ningún niño que hablara español, no fuera a ser que les contagiaran la lepra de la libertad. Era la edad de la fe en que todo ese odio se resolviera de buena manera algún día, era la edad de la incredulidad ante la cobardía y los tejemanejes de los políticos nacionales que debiendo defender la unidad de la Nación, no lo hicieron. Pero también era la época de la luz de una selección de futbol con jugadores tan jóvenes que aún siendo catalanes no tenían recuerdos de las marchas supremacistas de oscuras antorchas encendidas de rabia con las que los enajenados pretendían amedrentarnos a todos. Era la época de las tinieblas del coche en el que Marta Rovira, nieta del alcalde franquista de pueblo, hija de un poder impuesto en el que pretende perpetuarse, aquella que obligó a Puigdemont a declarar la independencia con........
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