Rosa María Mateo, administradora única provisional de RTVE de infausta memoria, jamás pudo imaginar que pasaría a la historia por acuñar la más perfecta definición del ente público en el transcurso de su comparecencia ante la comisión del congreso encargada de su control en mayo de 2020. Se refirió a ella en un lapsus freudiano de profundo alcance como “Radio televisión espantosa”, y no podía tener más razón entonces y ahora. Es muy probable que incluso se quedara corta, si se hubiera preguntado al respecto a alguno de los más de 5.000 periodistas que se trasladaron a Madrid para examinarse en las pruebas de acceso a las 500 plazas fijas de informador y comunicador convocadas por el ente, que por fin, y tras otros procesos de oposición abortados por diversas razones, se iban a desarrollar este pasado domingo.
Después de meses de estudio, de viajes, de planificación y apuestas vitales en muchos casos muy importantes, se encontraron todos ellos con que el examen quedaba suspendido porque se habían filtrado las preguntas. Y no una ni dos, sino ochenta y tres de cien, porque había que garantizar a los beneficiados por la filtración un resultado aplastante. En el desconcierto reinante a pie de calle, entre pantallazos y mensajes de whatsapp que contribuían al desconcierto general, la única explicación que se les dio fue la de un individuo desconocido de momento del que luego se supo que era Jorge de San José de profesión director general de RR HH de RTVE. Este personaje asomó la........

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