David Sánchez: elogio de la pereza
Cuenta Pedro Sánchez en su autohagiografía escrita por Irene Lozano, que una noche, mientras cenaban en familia, su hermano David anunció a sus padres y a él mismo su voluntad de dar un volantazo a su vida profesional y dedicarse por fin a su verdadera pasión: la música. Había terminado su carrera de Económicas y decidió que no le compensaba ese camino y debía ser fiel a sí mismo. “Se marchó a la aventura siguiendo su vocación, vivió allí ocho años, estudió composición y dirección de orquesta y regresó con una formación musical extraordinaria para dedicarse a ello toda su vida. Siempre me he sentido inspirado por su ejemplo, por esa llamada que sintió de forma tan intensa y por su valentía y acierto a seguirla. Siendo el pequeño me dio una lección de vida impresionante: Si deseas algo has de apostar por ello” escribe Irene en un párrafo tan inflamado que parece que en vez de ser la redactora a sueldo de Sánchez está refiriéndose a Von Karajan o a Celibidache . La verdad es que al margen de la épica, alguien debía haberle avisado que a los 24 años uno ya no está a tiempo de hacer carrera musical, no digo brillante, sino simplemente aseadita.
Ocho años de estudios es lo que tiene cualquier canijo de 12 años al que aún llevan sus padres al conservatorio, y es imposible, incluso teniendo un talento sobrehumano que no es el caso, vivir de forma digna de la música clásica. Salvo, claro está, que ese hermano mayor que se enteró en la mesa familiar del cambio de rumbo acabe siendo presidente del........
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