Sánchez hace la bicicleta para seguir mandando sobre una España averiada
Luego del caos ferroviario de este Viernes,13 en las estaciones de Madrid, Barcelona y Sevilla, como corolario de las incidencias registradas semana tras semana con un Gobierno que descarrila un día sí y otra también de la mano de la corrupción y de la incompetencia, mientras su cartelería violeta alardea de buena reputación y servicio, Pedro Sánchez llevaría en el pecado la penitencia si tuviera que suspender el congreso de exaltación caudillista que se ha montado para noviembre en Sevilla por una de esas contingencias ferroviales que los españoles expían jornada tras jornada. Ya le acaeció en enero de 1981 a UCD cuando los centristas debieron hacer lo propio con su congreso nacional en Palma de Mallorca debido a una extraña huelga de controladores aéreos que suscitó todo tipo de cavilaciones hasta determinar el principio del fin del partido y el adiós de su artífice y presidente.
De esta guisa, el Ufano de la Moncloa probaría su medicina si, en un acto de ramplón populismo con sus descamisados de nómina, renuncia a desplazarse a Híspalis en Falcon oficial o en jet de partido como los izquierdistas republicanos que se mudaban del coche cama del expreso a los vagones de tercera para que, quienes aguardaban en el andén, los vieran apearse de ellos dándose pisto proletario. Claro que, para entonces, ya andará listo el ministro Puente, junto a sus subalternos de Adif y de Renfe, para evitar averías y reemplazar vagones vintage por nuevos para que así la nomenclatura sanchista no se resienta al vitorear al “Puto amo”. Como en el antipoema del vate chileno Nicanor Parra, en todo sistema, “los de arriba se sientan en los de abajo”.
Como no sería oportuno acudir en coche oficial ni sacar los “lambos” de los garajes de los sumarios judiciales, así como tampoco ponerse a pedalear camino de Sevilla con Despeñaperros de por medio, seguro que ese fin de semana el Ave restablece su compromiso de puntualidad a mayor gloria de quien se dispone a coronarse en la ciudad de Adriano y Trajano. Tal solemnidad debiera haber espoleado a solicitar venía de la archidiócesis para que cónclave se oficiara en la catedral y Sánchez entrara bajo palio. Eso sí, poniendo especial cuidado para que los niveles de incienso no se disparen y activen el sistema antiincendios del templo con la consiguiente alarma de los canónigos.
Hay que reconocerle al sanchismo su inagotable capacidad para vender el humo de los incendios que desata con su idiocia. Así, en el cenit del desastre ferroviario, Sánchez trata de alterar la conversación pública rescatando el plan de subvención de la bicicleta que, tras dos presentaciones sucesivas de los exministros José Luis Ábalos y Raquel Sánchez, permanecía cubierto de polvo en el desván de las promesas rotas. Pasma que una pastueña opinión pública y unos medios de comunicación acríticos se traguen, como si fueran un paquete de palomitas en sesión de cine, que esos 40 millones del ya te veré resuelvan nada como tampoco la martingala de Zapatero de regalar zapatillas para su plan de vivienda joven sin colocar un ladrillo. Una deuda, por cierto, que Sánchez reimplanta año tras año con la excusa de mal........
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