La pobre sociedad civil
A veces la sociedad civil se convierte es un concepto abstracto.
Sucede cuando la acción política positiva, la humildad en el poder, la ética, el honor y el bien común pasan a ser vulgares entelequias.
Cuando significantes fuertes como partidos políticos no responden a lo que preocupa al ciudadano promedio y no canalizan soluciones.
Cuando las entidades intermedias se multiplican para mal, transformándose en maquiladoras ideológicas que arman partes del poder, entonces la sociedad civil pasa a significar nada en el sentido más tradicional. O sea, nada de nada.
Al mismo tiempo es natural que frente a una situación de indefensión del sistema democrático como ocurre hoy en España, se alcen voces que insten a la sociedad civil a desperezarse y evitar que el fuego socialista queme las últimas naves.
Está claro que el problema es de representación, porque la sociedad civil son las personas, la sociedad civil es esa que usa los espacios públicos para divertirse y los parques para enamorarse.
Es muy humana la sociedad civil.
Lo que pasa es que, entre los tipos de democracia modernos, en especial el nuestro es bastante complejo, más que eso, es un jeroglífico político y económico muy difícil de mantener andando apropiadamente.
Hoy en día, la sociedad civil comienza a tener certezas, la deuda pública ha hipotecado su futuro, hay tres poderes en uno y el cuarto está comprando o perseguido, no hay trabajo digno, las calles de los barrios se tornan inseguras, la cesta de la compra vuela, alquilar no consigo, etc.
El relato oficial choca de frente con nuestra realidad a cada paso. Entonces, si la sociedad civil soy yo, debo actuar. ¡Algo tengo que hacer!
Me afilio a un........
© Vozpópuli
visit website