Lo que debemos a Israel
Israel no existiría si Europa no hubiera inventado el nacionalismo, y si los nacionalismos peores no hubieran sido agresivamente antisemitas hasta intentar acabar con los judíos fuera por activa, mediante pogromos o el exterminio industrial nazi, o por pasiva, excluyéndoles y abandonándolos a su suerte.
El sionismo es el nacionalismo judío, como es bien sabido; los antisemitas de ahora lo usan para disfrazarse de “antisionistas” y no cargar con el estigma de cazadores de judíos. Pero no caigamos en la trampa: si no hace falta ser sionista para apoyar el derecho de los judíos a vivir libremente, todo antisionista posmoderno oculta un viejo antisemita que niega a los judíos derecho a vivir en libertad. El antisemitismo se ha reactivado como “intersección” (figura importante para entender el iliberalismo woke) de encuentro de la extrema derecha y la extrema izquierda, los ayatolas de Irán y la Rusia de Putin.
El objetivo del antisionismo no es resolver el conflicto de Oriente Próximo, simplemente es aplastar al odiado Israel como parte de la demolición del orden liberal democrático o “mundo occidental” (por mucho que incluya a Japón, Corea del Sur y otros países orientales). Es heredero de quienes obligaron a los judíos primero a huir de Europa, y después les niegan un Estado propio donde vivir libres y seguros. Conviene recordar un poco esta historia porque es lo que debemos hoy a los judíos.
A principios del siglo pasado muy pocos judíos eran sionistas. Casi todos procedían del imperio ruso, donde el zarismo transformaba a sus millones de judíos en chivo expiatorio del auge de la........
© Vozpópuli
visit website