¿Es posible una nación catalana?
Las naciones no son entidades naturales, eternas y esenciales, como algunos románticos herederos de las teorías de Herder y de Fichte pretenden. Las naciones son, como describió en un libro magistral Benedict Anderson, comunidades imaginadas y como tales pueden ser construidas y destruidas. La reciente y traumática experiencia de Afganistán demuestra que la nation-building impuesta desde fuera a punta de fusil o de helicóptero artillado es prácticamente imposible. Las guerras que alumbran naciones suelen ser guerras civiles, como la americana de Secesión, que hizo nacer a los actuales Estados Unidos, la democracia más poderosa del planeta.
Una nación es un objeto social, económico, político, cultural e histórico más complejo que el sugestivo proyecto de vida en común orteguiano o que el plebiscito de todos los días de Renan, es el decantado lento o rápido de una esfera moral colectiva y de unos vínculos de solidaridad e identidad comunes encarnados en símbolos en los que un grupo humano se siente representado. La noción de un “nosotros” frente a un “ellos” es tan antigua como nuestra especie y en las extensas sabanas o en los lujuriantes bosques de la prehistoria, los seres humanos primitivos, cazadores-recolectores guiados por el mero instinto de supervivencia y por la irresistible pulsión reproductiva, sabían perfectamente........
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