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La oratoria monótona del dictador: así construyó Franco un autoritarismo sin carisma

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Francisco Franco Bahamonde (1892–1975) fue el jefe del Estado español desde el final de la Guerra Civil (1936–1939) hasta su muerte. El régimen franquista instauró una dictadura autoritaria, que suprimió las libertades políticas y estableció un control férreo sobre la sociedad. Durante casi cuarenta años, su liderazgo moldeó profundamente la vida política, económica y cultural de España, cuya duradera huella a menudo ha sido y sigue siendo objeto de polémica.

Pero desde el punto de vista comunicativo, ¿se puede decir que Franco era un gran orador o no tanto? Depende de cómo definamos “gran orador”. Si se entiende la oratoria como la capacidad de emocionar, persuadir o movilizar a través de la palabra –en la línea de Churchill o De Gaulle–, Franco no lo fue. Sin embargo, si se analiza su comunicación desde la eficacia política y simbólica, su estilo cumplió la función específica de proyectar autoridad, distancia y control.

Su oratoria no pretendía seducir al público, sino legitimar el poder y reforzar una imagen de estabilidad jerárquica. En ese sentido, Franco desarrolló un tipo de comunicación que podríamos denominar “discurso del mando”, caracterizado por la baja expresividad y la rigidez formal, pero que encajaba con la cultura política autoritaria del franquismo.

En la dimensión verbal, Franco se apoyaba en un registro arcaico y protocolario. Su léxico era limitado, con abundancia de fórmulas rituales (“españoles todos”, “glorioso Ejército”, “Dios mediante”) que funcionaban como marcadores ideológicos más que como elementos informativos.

Desde la perspectiva del análisis del discurso, su sintaxis tendía a la subordinación excesiva, lo que generaba frases largas, monótonas y poco dinámicas. Se observa también una preferencia por el modo pasivo y las........

© The Conversation